¿Es posible amortizar el autoconsumo solar hasta el punto de que la luz salga gratis? No exactamente, pero casi. La eclosión del almacenamiento renovable ‘popular’, encarnado en las comunidades energéticas en remoto y las ‘baterías virtuales’, ha hecho posible que el concepto de ‘factura cero’ ya sea una realidad. Eso sí, como Jauja queda lejos, hay que tener claro que se trata de una meta que exige una inversión inicial relativamente elevada y solo empieza a dar frutos a largo plazo.
LAS PLACAS SOLARES
En primer lugar, hay que esclarecer el significado de autoconsumo fotovoltaico. Éste comienza con la instalación de las placas solares, a las que la zozobra energética de los últimos tiempos ha ayudado a convertirse en omnipresentes. La integración de estas placas en una vivienda unifamiliar o en una comunidad de vecinos permite reducir de forma significativa el coste de la energía, ya que una gran parte del consumo es abastecido mediante la electricidad captada del sol.
LOS CONSUMIDORES QUE ASPIREN A ALCANZAR LA INDEPENDENCIA ENERGÉTICA TOTAL (LA ‘FACTURA CERO’) TIENEN DOS OPCIONES: CONTRATAR UN PAQUETE ENERGÉTICO RENOVABLE DIVERSIFICADO (SOLAR, EÓLICA, HIDROELÉCTRICA…) O COMPENSAR SUS FACTURAS MEDIANTE UNA ‘BATERÍA VIRTUAL’
Los tintes de bicoca de este sistema se difuminan en gran parte debido al desbarajuste burocrático, tributario y administrativo que sufren sus usuarios, cuya explicación exigiría un artículo ad hoc. Si saltamos a los problemas de índole estrictamente técnica, encontramos que nuestra estrella tiene su propia agenda, indiferente a nuestras necesidades de suministro, por lo que los períodos en los que proporciona mayor potencia energética no tienen por qué coincidir con los de mayor demanda por parte de los usuarios de autoconsumo.
El resultado es que una jornada soleada que ponga los paneles solares ‘on fire’ generará una producción energética que con toda seguridad superará con creces el consumo diario de una casa o edificio. Gran parte de ese excedente, en lugar de volcarse a la red para ser aprovechado en días más grises, se perderá, sin generar beneficio alguno para los residentes, que volverán a rascarse el bolsillo para pagar la luz hasta que las nubes se muden. Ante esta tesitura, se abren dos opciones: participar en un proyecto que tenga más ‘banquillo’ entre sus alternativas de generación -eólica, hidroeléctrica, etc.- o contratar un producto que convierta el sobrante de energía solar en dinero contante y sonante.
COMUNIDAD DE AUTOCONSUMO DIVERSIFICADO
Llegar a la factura cero sin engorrosas instalaciones de paneles solares en el tejado, contando además con una variedad de fuentes que garantice el abastecimiento 100% renovable. Éstas son las ventajas de apostar por una comunidad de autoconsumo energético en remoto, modelo abanderado por empresas como Comunidad Solar, que se alza como un excelente recurso para aquellos dispuestos a esperar para alcanzar su independencia energética.
El primer paso es adquirir las placas solares, que no son instaladas en el domicilio del cliente, sino que están integradas en una planta fotovoltaica. Varios de los paneles de ese parque pasan a abastecer al usuario contratante. La segunda pata del sistema consiste en comprar pequeñas participaciones en centrales de otras fuentes alternativas, como aerogeneradores o hidroeléctricas, lo que permite seguir recibiendo electricidad renovable en los días de producción solar baja. De este modo, el consumidor cuenta con un paquete completo de fuentes renovables que cubren su suministro; y todo ello sin meterse en obras, solicitar permisos ni enredarse en la odisea de convencer a los vecinos.
Naturalmente, una cobertura tan completa conlleva un coste inicial elevado (cada uno de los paneles solares puede alcanzar un precio de 1.200 euros, más el desembolso para adquirir la propiedad de una parte de las plantas energéticas adicionales), pero el retorno de la inversión está garantizado en el plazo de más o menos una década, dependiendo de los vaivenes del mercado; con la posibilidad de compensar la totalidad de la factura de la luz. Las compañías del ramo suelen ofrecer packs personalizados según el perfil del cliente, su consumo y sus necesidades específicas.
‘HUCHAS’ VIRTUALES PARA EL EXCEDENTE SOLAR
«Actualmente, la legislación exige que tu compañía eléctrica te compre los excedentes de electricidad de tus placas solares, pero solo hasta un cierto límite» -explican según fuentes del sector- «Con el sistema de las baterías virtuales, acumulas crédito por el sobrante energético que no vendes, que posteriormente servirá para compensar las facturas en el futuro».
El cuerpo legal al que se refiere el interlocutores el Real Decreto 244/2019, de 5 de abril, por el que se regulan las condiciones administrativas, técnicas y económicas del autoconsumo de energía eléctrica.
La norma cataloga dos modalidades de autoconsumo:
- autoconsumo sin excedentes, que en ningún caso puede comercializar la energía sobrante; y
- autoconsumo con excedentes, en el que sí se pueden realizar vertidos a las redes de distribución y transporte.
A TRAVÉS DE LA ‘BATERÍA VIRTUAL’, los usuarios del autoconsumo fotovoltaico pueden acumular el importe de los excedentes energéticos y convertirlo en un ‘monedero’ cuyo saldo se puede destinar a reducir o eliminar el coste de las facturas de la luz
Asimismo, el Real Decreto habilita el establecimiento de mecanismos de compensación entre el déficit y el superávit de los consumidores acogidos al autoconsumo con excedentes para instalaciones de hasta 100 kilovatios (kW).
Esta disposición abrió la puerta a las ‘baterías virtuales’ que se comercializan desde algunas compañías, y que permiten compensar incluso la parte fija de la factura (peajes e impuestos).
Este producto concede a los clientes que tienen una instalación de autoconsumo fotovoltaico en su casa la posibilidad de acumular el importe de los excedentes energéticos no compensados en factura y convertirlo en un ‘monedero’ cuyo saldo se puede destinar a reducir o eliminar el coste de las facturas de energía.
En el caso de Naturgy, el modelo permite compensar incluso el coste del gas.
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